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Marrakech es un destino perfecto para desconectar del mundo y realizar descubrimientos apasionantes. Es una armoniosa mezcla de exotismo, cultura y paisajes grandiosos. La llamada “Perla del Sur” cuenta con multitud de activos turísticos que le convencerán, independientemente de cuál sea su perfil. Si ya tiene su billete a Marruecos, le gustará conocer las 10 buenas razones por las que se convertirá en un turista afortunado.
En la ciudad roja no faltan los lugares románticos. En el centro de la ciudad, se encuentra el espléndido Jardín Menara, un oasis de 88 hectáreas lleno de olivos y regado por un gran estanque. El lugar es, por lo tanto, muy popular por su carácter tranquilo e idílico. A los turistas y los marrakechíes les gusta caminar hasta allí para despejar la mente o pasear junto a sus parejas. Organizado por el califa Abd Al-Mumin alrededor de 1147, este oasis cuenta con no menos de 40 variedades de olivos y ofrece un entorno encantador realzado por las montañas del Atlas en el fondo.
El té a la menta es una verdadera institución en Marruecos. Se sirve caliente, se obtiene a través de la infusión de té verde y menta, mezclado todo con cierta cantidad de azúcar. Esta bebida tradicional es esencial en todo el reino, y se ha convertido en un componente importante de la vida social en Marrakech. La bebida digestiva es servida sistemáticamente a los invitados por el anfitrión, como una forma de dar la bienvenida y mostrar su hospitalidad.
La ciudad roja es un lugar perfecto para que los más aventureros disfruten de una estancia única. De hecho, Marrakech es el punto de partida ideal para diversas excursiones en 4x4, quad, motocicleta o camello por las montañas del Atlas. Varios lugares son particularmente conocidos por la belleza de su paisaje: el valle de Ourika, los pueblos de Ait Oussertek o la meseta del Kik. Aquellos que deseen ir acompañados por un guía o un conductor, no tendrán problemas para encontrarlo.
Ver con sus propios ojos el famoso Palacio de la Bahía de Marrakech será como formar parte del cuento de las mil y una noches. Este impresionante monumento del siglo XIX es una de las joyas de la arquitectura marroquí. Se trata de una colección heterogénea de piezas enclavadas en un área de 8 hectáreas donde las flores florecen majestuosamente. Originalmente, este magnífico palacio de 160 habitaciones estaba destinado a una de las concubinas oficiales del gran visir Sidi Moussa.
No muy lejos de la madraza de Ben-Youssef se encuentra el Museo de Marrakech. Este último cuenta con una de las colecciones más interesantes del reino. Con más de 2000 m² de superficie, el edificio despierta la admiración de los amantes de la arquitectura, gracias a su estilo típico del arte hispano-morisco del siglo XIX. Construido a petición de la fundación Omar Benjelloun, este museo privado ilustra la riqueza de la cultura marroquí. Los turistas descubrirán joyas fabulosas, cerámicas, composiciones caligráficas, pinturas, fotografías, etc.
En el corazón de la medina, cerca de la mezquita de almorávide, la madraza de Ben Youssef es una de las obras maestras arquitectónicas que no debe perderse. El estilo árabe-andalusí de esta escuela coránica fascinará a los amantes de los bellos monumentos que podrán admirar sus suntuosas decoraciones, sus estructuras de madera de cedro del Atlas y el mármol italiano, así como su yeso tallado o zelliges. Construido en 1565, el lugar se extiende sobre un área de 1670 m² y podría acomodar hasta 900 estudiantes.
Durante la visita a la histórica Marrakech, los amantes de las compras quedarán encantados cuando descubran los coloridos zocos. Esta medina es la más grande del Magreb y ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Compuesto por calles estrechas y sinuosas, riads tradicionales y jardines de naranjos, el lugar presenta una arquitectura que no ha cambiado desde el siglo XVII. Es, en sí mismo, un libro de historia particularmente agradable de recorrer. Perderse en sus laberintos de puestos y tiendas de artesanía es una verdadera delicia, especialmente si le gustan las joyas, la cerámica, los perfumes, las telas, las alfombras, los cubiertos, etc.
Comprado por el famoso diseñador de moda Yves Saint-Laurent en 1980, el Jardín Majorelle fue diseñado originalmente por el pintor francés Jacques Majorelle en 1931. De una belleza que inspira romanticismo y serenidad, este jardín botánico típico de los jardines islámicos incluye casi 300 especies de plantas repartidas en un área de, aproximadamente, una hectárea. También alberga el museo de la cultura bereber que se extiende por más de 200 m² y cuya colección muestra el rico pasado de la ciudad roja.
Situada cerca de la mezquita de Koutoubia, en el suroeste de la medina, la famosa plaza de Jemaâ El Fna es un lugar de un encanto increíble a partir de las 17:00, cuando es invadido por la gente para convertirse en la zona más viva de Marrakech. Catalogado por la UNESCO como patrimonio cultural inmaterial desde 2001, este lugar es increíblemente animado por la noche gracias a grupos de música, vendedores ambulantes, encantadores de serpientes, etc.
La ciudad roja no solo tiene un patrimonio cultural fascinante, sino que también conserva una excepcional tradición de bienestar y cuidado corporal. Los turistas que asisten a los lujosos hammams ubicados en el corazón de la ciudad, disfrutan de los beneficios que reporta esta tradición. En estos establecimientos, podrá probar varios tipos de tratamientos revitalizantes que van desde el exfoliante de la piel hecho a mano hasta la aromaterapia, baños de pétalos y masajes.
